Empezamos el día con la subida al Port de Caldes (2.535 metros). La noche anterior, la gente nos asusta un poco, con que si es durilla, que si es larga, etc... Así que yo empiezo a caminar un poco preocupada con lo que me voy a encontrar (voy pensando en pendientes exageradas e interminables, y en caminos al borde del barranco).
Al principio, el camino transcurre al lado de un pequeño riachuelo, que nos deja estampas de obligada foto; poco a poco, la pendiente empieza a ser más pronunciada y en zig-zag se sube hasta lo que en principio parece el collado. Los silbidos de las marmotas son el hilo musical de la subida.
El día está totalmente despejado y el sol para las 9 de la mañana ya está pegando fuerte. Al llegar al falso collado, vemos que todavía queda otra subida. Empezamos a discutir sobre lo que se puede tardar en alcanzar el collado; Dani asegura que en menos de media hora estamos arriba, pero yo no lo veo tan claro, así que para demostrarmelo, suelta la mochila y se sube corriendo a una pequeña loma que se alza a nuestra izquierda. Yo había apostado quince minutos, él cinco. Dani gana.
La última subida, se hace bastante cómoda, entre tierra y piedras, el camino está muy marcado, y en seguida alcanzamos la cima. Arriba el viento sopla bastante fuerte y vemos que el tiempo empieza a cambiar. Nos abrigamos, nos resguardamos detrás de un bloque de piedra y desayunamos algo. A la de cinco minutos, llega Paco, y miramos con él, el camino de bajada, porque se ven dos y no sabemos por dónde tirar. Finalmente aparece en el otro sentido un chico, que nos indica que tomemos el camino que baja hacia la derecha.
Hay que bajar hacia la derecha
Las vistas desde arriba son impresionantes: de frente aparece el Montardo, rodeado de picos escarpados y terreno rocoso. Si miramos hacia el valle por el que venimos, el paisaje es más suave y más verde. Tal y como dice la guía, nos adentramos en terreno de tres miles, y efectivamente este paisaje rocoso y duro, nos acompaña el resto del día y parte del siguiente.
Vistas hacia el camino por el que hemos subido
Vistas hacia donde nos dirigimos... A la izquierda se intuyen los Besiberris
Reanudamos la marcha y perdemos altura rápidamente por un camino bastante bueno. Dejamos de lado el Estany del Port de Caldes y volvemos a subir, por un camino con una pendiente bastante fuerte. Es bastante estrecho y en ocasiones necesito ayudarme de las manos para dar algún paso; por suerte no es muy largo y en unos 20 minutos estamos arriba. Ahora sí, vemos el Coll de Crestada (2.435 metros), al que llegamos prácticamente llaneando por un caminillo entre la hierba y con el Montardo a nuestra derecha.
Tenemos que bajar a Restanca y volver a subir a este punto, así que cogemos la cámara, la cartera y algo de comida, y dejamos nuestras mochilas, detrás de unas rocas. La bajada es muy empinada, entre bloques de granito y el camino no está muy claro. Hay que ir con cuidado, mirando bien por dónde seguir, a veces se ven hitos, pero con tanta roca alrededor, es fácil perderlos. Cuando ya llevamos un rato de bajada, Dani se acuerda que se ha dejado el forfait en la mochila, así que vuelve sobre sus pasos. Yo sigo poco a poco y sin darme cuenta, me meto entre unos bloques que no tienen más salida que un agujero. Como no me hace mucha gracia la idea de caerme en él, me vuelvo, pero los bloques son del tamaño de un camión, me toca hacer un poco el mono y trepar por donde puedo. Me alegro de no llevar mochila. Cuando consigo salir del agujero de rocas en el que me he metido, me encuentro con Dani, que ya baja casi corriendo. Le aviso que se mantenga a la derecha y no vaya por el pequeño trozo de hierba que me ha engañado a mi...
Un poco más abajo, y hartos de tanta roca, nos encontramos con una pareja que sube al Montardo; nos dicen, "nada, un paseito por la mañana"... son de Bilbao (y no es un chiste). Así para estirar las piernas... Nos avisan que el tiempo va a cambiar y que por la tarde es probable que caiga alguna tormenta, así que seguimos hacia la Restanca sin pararnos demasiado.
Llegamos al Estanh deth Cap deth Pòrt, y lo bordeamos por un camino bastante cómodo, entre la hierba. Hacia su izquierda está el desagüe, y por su lado empieza el camino de bajada a la Restanca. La bajada es muy empinada y a ratos se pierde el camino, pero en seguida vemos el Lac dera Restanca y su refugio hacia la derecha. Es casi la una del mediodia cuando llegamos.
Comemos algo y enseguida tiramos de vuelta, que todavía nos queda un rato largo hasta Ventosa. Según empezamos a subir, nos encontramos con Paco, que baja a la Restanca y así termina su travesía. Se acuerda de darnos las pastillas para el agua (para desinfectar), porque sabe que vamos bebiendo por aqui y por allí, sin preocuparnos demasiado... Y nos despedimos. Nos dice que está por darse la vuelta y hacer Carros de nuevo. De haberle conocido algún día antes, seguro que se animaba a seguir unos días más!!
La subida no se hace tan dura como parecía. De hecho tardamos lo mismo en subir que en bajar (una hora más o menos), y se hace más cómodo subir, porque la pendiente es muy pronunciada. Llegamos de nuevo al Estanh deth Cap deth Port, al pie de la pedrera de subida al Coll de Crestada (donde nos esperan las mochilas).
El Estanh deth Cap deth Port al pie del Coll de Crestada
Entre bloques de piedra y camino de tierra, llegamos hasta arriba, cogemos las mochilas y descansamos un poco con vistas al Montardo. Enseguida nos ponemos de nuevo en camino, porque el tiempo está cambiando y se empieza a nublar bastante por esa zona. Todavía nos queda un rato hasta el refugio de Ventosa.
El camino está muy marcado, entre varios lagos y desciende un poquito, pero de forma suave. Tendemos siempre hacia las laderas de la izquierda. El paisaje que nos rodea es espectacular. A nuestra izquierda las agujas de Travessany y a la derecha los imponentes Besiberris.
Estany y Agulles de Travessany
Hacia las cinco de la tarde llegamos al refugio de Ventosa i Calvell, después de nueve horas en marcha. Hemos caminado bastante tranquilos, así que tampoco estamos demasiado cansados. Ducha de agua helada (pero que muy fria!!!) y después de unas partidas de poker con los cuatro catalanes (los hemos conocido el día anterior y llevan el mismo plan de etapas que nosotros), una buena cena de las que acostumbran en los refugios.
A mí el Contraix (que toca mañana) ya no me deja pensar en nada más y encima dan mal tiempo. Dani dice que con lluvia no vamos, yo estoy sin palabras... Nos vamos un rato fuera a contemplar el Estany Negre, bajo el refugio, los Besiberris de frente... unas últimas fotos y a eso de las nueve me voy a la cama, porque creo que hasta me ha subido la fiebre (sólo oir Contraix me pongo mala...)
Venga, cuentanos la verdad; las marmotas del inicio de la etapa te hicieron la ola al pasar, ¿no? De hecho creo que esos silbidos eran de admiración...
ResponderEliminar¿Qué es eso de las marmotas? no las he visto en ninguna foto
ResponderEliminarAL VER LAS Fotografias me han dado ganas de ir a esas montañas, soy iñigo gomez
ResponderEliminarsoy iñigo gomez...
ResponderEliminaralumno de aventajado de tu madre..
me ha gustado tu pagina web y me gustaria q sacaras fotos del everest.la prosima vez te llevamas a tu madre pa q la veamos.
Al principio de la narración dice que los silbidos de la marmota son el hilo musical de la subida; y claro, para marmota, la montañera del blog!!
ResponderEliminarNuri, lo de las marmotas ha impactado más que cualquier enorme bloque de granito. :)
ResponderEliminarDefinitivamente si... creo que en el resto de capitulos, me dedicaré a contaros los animales que vi!!!
ResponderEliminarPor cierto, nos contaron, que las marmotas silban para avisar al resto de marmotillas que hay gente merodeando por la zona... La veiamos a lo lejos, aunque la noche anterior, una se acercó muchisimo al refugio y no veas, la gente se puso las botas a hacer fotos!!!!